En algún momento del futuro cercano, deberán plantearse las preguntas más importantes – sobre el tipo de mundo en el que deseamos vivir y cuán grande será el espectro del control corporativo que permitiremos que frecuente nuestra participación en la cultura mediática que nos rodea. ¿Realmente podemos esperar que las generaciones actuales equipadas con PC y iPod se contenten con ser tratadas como consumidores pasivos de productos de medios preempaquetados, desembolsando obedientemente 99 centavos por cada canción, cada capítulo de un libro o cada 10 minutos dedicados a mirar un éxito de taquilla de Hollywood?