Nuestra percepción del terremoto en su magnitud y dimensiones -más allá de lo observable directamente- estuvo relacionada con la información disponible. La función comunicativa de los medios es fundamental, pero cabe preguntarnos: ¿bajo qué condiciones los medios aportan a construir nuestra percepción del terremoto y sus posteriores réplicas y apagones?
Nuestra percepción del terremoto en su magnitud y dimensiones -más allá de lo observable directamente- estuvo relacionada con la información disponible. La función comunicativa de los medios es fundamental, pero cabe preguntarnos: ¿bajo qué condiciones los medios aportan a construir nuestra percepción del terremoto y sus posteriores réplicas y apagones? Cabe señalar que no hay un total consenso sobre la influencia de los medios en las personas e incluso coexisten visiones contrapuestas: por un lado están quienes estiman que los medios afectan de forma definitiva ciertas conductas; por otro, quienes piensan que su influencia es relativa y asumen que los “receptores” son autónomos y “soberanos”.
Pese a todo, podríamos afirmar que existe un nivel de acuerdo en cuanto a considerar tres dimensiones básicas para entender la interrelación medios masivos y sujetos. En primer lugar, es muy probable que los individuos sin información o experiencia ante un determinado hecho tiendan a darle más importancia a la información mediática, al momento de configurar un relato comprensivo. En este caso y frente a un hecho como el terremoto, es dable pensar que nuestra dependencia informativa sea mayor, dada la estrecha visión que nos llega por vivencia directa. Necesitamos la información mediática porque carecemos de otras fuentes. Y esto es válido ante las réplicas o al extendido apagón del 14 de marzo.
Un segundo aspecto es el tipo de vínculo que establecemos con los medios en situaciones de este tipo. Las diferentes narrativas mediáticas -y nosotros mismos- tendemos a relacionarnos mediante lo afectivo más que a partir de lo cognitivo. La desestabilizadora y extrema experiencia que se vive nos deja vinculados en un renglón emocional, punto desde el cual actuamos. Esto coincide con el tipo de relatos que generan los medios masivos. Pero a medida que pasa el tiempo lo cognitivo va ganando terreno, tiende a lograr una mayor relevancia y empezamos a utilizar otras categorías para entender y sentir, aunque fenómenos como las réplicas o el apagón nos repliegan a lo afectivo, en especial hacia las emociones del miedo y la incertidumbre. Recordemos que luego de las réplicas del jueves 11 de marzo, muchas personas fueron incapaces de seguir trabajando normalmente. Establecemos una mayor dependencia mediática si lo emocional está en el centro de dichas relaciones, y simultáneamente empezamos a percibir grados de saturación y cansancio ante la repetición y apelación sin sentido evidente, de aquello que debería agregar información.
Un tercer factor a considerar es el papel de las otras personas de nuestro entorno. Los individuos operan mediando -en diversos sentidos- nuestras percepciones. No se trata solamente de las personas que están presentes, sino de quienes son significativos para nosotros y nos ayudan a entender lo que pasa; éstos pueden contribuir a calmarnos o a desarrollar libretos conductuales marcados por la desesperación y el miedo. Nos ayudan a darle sentido a lo vivido, las conversaciones posteriores nos pueden conducir hacia estados de calma o alteración extrema, y también pueden contribuir a tamizar la relación con los medios masivos. Nuestro entorno social y los sistemas de creencias propias de ese entorno son vitales para construir nuestra percepción posterior y así vivir las situaciones más allá de nuestras emociones iniciales.
No obstante, los tres elementos -y otros que por falta de espacio no podemos incluir- pueden ir variando según eventos como las réplicas y los eventuales apagones. Es muy relevante el papel de las autoridades y los medios para propiciar instancias informativas oportunas y adecuadamente narradas, de manera que podamos convivir con este tipo de realidades. Dado que existe información de que los fenómenos naturales como las réplicas continuarán un tiempo más, es necesario desarrollar planes y estrategias comunicativas en diversas instancias, que ayuden a la población a convivir con estos eventos extraordinarios que resultan agobiantes emocionalmente.