Haití, la tragedia natural más grande conocida… De hecho, a la vista de estas semanas tras el terremoto, no pueden negarse ni la conmoción mediática, ni tampoco la respuesta solidaria que esta conmoción parece haber acarreado: es evidente que esta solidaridades fruto de la compasión distante del espectador… Pero, solidaridad, pese a todo. Pese a que estamos, tal vez, cansados un poco todos de este “sufrimiento a distancia”, de este “sufrimiento espectatorial” y pese a que es ya evidente en todas partes una cierta “fatiga de la compasión”, mejor dicho, fatiga d ela explotación comercial de los medios de esa compasión. Y pese a que todos recelamos de la fugacidad de esta solidaridad que se corresponde con la fugacidad de nuestra memoria… Solidaridad, pese a la tendencia –inconsciente- a relacionar arteramente y como justificación tranquilizante para nosotros, espectadores, por un lado, ese fracaso de la naturaleza –ese terremoto diabólico- con el, por otro, fracaso previo –autóctono- de uno de los países más pobres del mundo que ni siquiera, apenas, tenía Estado. Habiendo, pues, olvidado muy pronto que ese país fue el primero en construirse sobre una rebelión –o revolución- de los esclavos; y, que tal vez por ello, fue condenado preventivamente a la “no existencia” como Estado.
Pensamiento Crítico y Comunicación
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Author: Luc Boltanski