Por Claudio Avendaño, director magíster en Comunicación Universidad Diego Portales
En esta múltiple conexión tienen la posibilidad de conversar con sus amigos, intercambiar, afianzar afectos y conocer gente. Toda una funcionalidad interactiva que, en ningún caso, implica desahuciar las relaciones tradicionales cara a cara.
Es muy común escuchar en conversaciones cotidianas o leer en la prensa la centralidad que tienen las tecnologías de la información (TI) en el quehacer de adolescentes, jóvenes y niños. Se hace inevitable tomar posiciones al respecto, o mejor dicho entender y valorar el fenómeno desde los propios sistemas de creencias. Así algunos lo ven como un fenómeno deshumanizante, porque hay “un uso excesivo de las máquinas”, otros como un factor simbólico de progreso y mayor bienestar; es decir, “tecnologías avanzadas y prodigiosas”. Aunque, a fin de cuentas, poco se sabe (o al menos se divulga) sobre las distintas maneras en que los grupos etarios jóvenes se relacionan con las TI. Aumentar ese conocimiento nos puede ayudar a construir distinciones que faciliten una mayor comprensión del entorno en que vivimos y de la sociedad que emerge.
Cárcamo y Nesbet, desde Valdivia (www.scielo.cl/pdf/udecada/v16n28/art03.pdf) nos ofrecen un trabajo acerca de lo que ellos denominan la Generación messenger. Independientemente de lo relativo a los intentos por rotular a los jóvenes a partir de una TI, porque la obsolescencia de ellas es una de sus características, el estudio brinda la oportunidad de profundizar en una razonable arquitectura conceptual y de evidencia empírica.
Puede resultar majadero decirlo, pero los usos y valoraciones de las TI están estrechamente relacionados con procesos medulares en la vida de los jóvenes. Incluso se las asocia con la construcción de sus identidades, porque constituyen una manera de comunicarse, de vincularse con otros, los que, generalmente, son sus pares. Estas prácticas de comunicación también son un factor de humanización para las ciudades y contextos macrosociales en que la indiferencia, segregación, exclusión y los blindajes tipo búnker (rejas y guardias de seguridad) han pasado a ser parte normal de la vida de los urbanitas de este siglo. Al contrario de lo que muchos negativamente piensan, siguiendo el mito de Frankenstein, las nuevas “creaturas” son también un factor de conexión. Lo que no implica exentas de peligros. Pero saber más sobre el tema ayuda a la toma de decisiones y a emprender procesos de educación medial pertinentes.
Los escritos producidos por la mensajería online tal vez no tienen la solemnidad de otros textos, como el cine arte o la alta literatura. Más bien se trata de estructuras simbólicas informales, hechas desde gramáticas emergentes, distantes del registro del habla formal. Hasta podríamos levantar la hipótesis de que están dando paso a una nueva “gramática”, para los iniciados y nativos, en que la brevedad funcional es un requisito básico. Y también una manera de construir textos sólo entendibles al interior del grupo de pares, para así evitar la intromisión de otros (el mundo adulto). Es probable que el uso de la TI entre los jóvenes tienda a aumentar, a medida que el país supere las limitaciones de acceso digital; no obstante, como dicen los autores mencionados, el messenger es uno de los “pocos elementos comunes que cruza los segmentos sociales y las variadas tribus urbanas”.
Cuando los jóvenes se conectan al computador, 49% activa el messenger como primera acción, superando así el uso de mail (más asociado a los adultos). Esto no significa que sea la única actividad frente a la pantalla, porque continúan “hablando” con otros, al mismo tiempo que realizan varias acciones, como las tareas, navegar, bajar música o ver/escuchar audiovisuales, entre otras. Sin embargo, en esta múltiple conexión tienen la posibilidad de conversar con sus amigos, intercambiar, afianzar afectos y conocer gente. Toda una funcionalidad interactiva que, en ningún caso, implica desahuciar las relaciones tradicionales cara a cara.
Sin el ánimo de parecer autorreferente, he podido observar en mis hijos cómo la red de teléfono fijo tiene distintos usos según las edades. El mayor hasta hace algunos años, hablaba muy seguido por teléfono y eso ocasionaba problemas, porque siempre estaba la línea ocupada. Mi otro hijo, en cambio, habla muy poco por teléfono, tanto así que en algún momento me preocupé por la posible “debilidad” de sus redes personales. Un día le pregunté al respecto y me dijo: “Papá, el teléfono me permite hablar con una sola persona, en cambio con el computador puedo comunicarme con varios amigos y amigas a la vez”.
De esto se trata, nuevas formas de comunicación y estar con otros, ya no sólo “tócala de nuevo, Sam”.