Por Claudio Avendaño, director magíster en Comunicación Universidad Diego Portales
El 78% de los consultados no está inscrito en los registros electorales, siendo mayor la desafección en el estrato bajo. A medida que nos acercamos a los sectores altos aumentan los inscritos.
Probablemente se tendrá mucho que investigar y debatir para llegar a comprender los cambios en nuestra sociedad en las dos últimas décadas. Especial dedicación hay que poner en las nuevas generaciones que asoman en un Chile muy distinto. La transformación es multidimensional, implica lo sociopolítico y lo económico, y lo comunicacional y simbólico-cultural, como lo manifiestan muchos estudios, aunque los del PNUD sean los más difundidos, accesibles y amigables al lector.
Hace poco la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales y Feedback dieron a conocer una encuesta aplicada a jóvenes entre 18 y 29 años de los principales asentamientos urbanos del país. Toca varios temas y da acceso a una base de datos que incentiva el debate y la reflexión (ver encuesta).
Un primer factor y que corrobora datos anteriores, es que 78% de los consultados no está inscrito en los registros electorales, siendo mayor la desafección en el estrato bajo. A medida que nos acercamos a los sectores altos aumentan los inscritos. Aún más, están muy lejanos a los avatares de la vida política pública (sólo 31% tiene interés por informarse) y “privada” (28% tiene interés por conversar el tema con amigos/familiares). La situación es más acentuada ante la posibilidad de participar en campañas: 9% está dispuesto a hacerlo.
Cabe preguntarse si acaso estamos ante una “privatización” de la vida de los jóvenes o no les interesa lo que pasa más allá de sus círculos íntimos o si se sienten alejados de lo “macrosocial”. Al analizar otro ítem de la encuesta encontramos algunas pautas para refutar o al menos relativizar el punto. Podríamos plantear que sus vidas no están ajenas a los grandes temas nacionales, sus proyectos personales requieren de la acción pública, específicamente de la acción del Estado: 92% cree que la educación superior debe ser gratis y 72% está a favor de la entrega de la píldora del día después por el sistema público de salud. En dos áreas cruciales (educación y salud) ellos demandan cambios en la acción del Estado, de modo que sean más funcionales a sus marcos axiológicos y a sus vidas. Tal vez la acción política cotidiana no les despierte interés, pero si reclaman acciones en aspectos centrales.
Los cambios en el sistema comunicativo, en especial desde la instalación de las tecnologías digitales (TI), es otra dimensión destacable. Nos encontramos ante una generación digito/analógica; siguen con un pie en los medios tradicionales, aunque se han acercado al uso de TI, sin otorgarles un rol central y prioritario en sus prácticas comunicativas. Si consideramos las horas que les dedican apreciamos: 2,9 a la TV; a la radio, 2,8; TV cable, 1,7; en seguida vienen los dispositivos digitales, como las redes sociales, 1,6, y portales de internet, 1,5. Esto es más claro aún en los medios preferidos para informarse de las noticias. El primer lugar lo ocupa la TV (1,1), luego los medios impresos (0,5), radio (0,5) y finalmente los portales y diarios y revistas en internet (0,4 cada uno). En el ítem confianza en los medios, de los cinco primeros mencionados, sólo el último son los diarios o revistas en internet, que además están ligados a los medios analógico tradicionales, aunque son de gramática multimedial.
Esto no debe entenderse en términos lineales, pensar que es sólo de una generación que se ubica en un punto intermedio del continuo analógico/digital: jóvenes que usan TI aunque tienen su principal apoyo en los viejos medios, pues al consultarles por la función que cumplen los dispositivos de comunicación, hay distinciones que llaman la atención y que se expresan en las funcionalidades propias de cada dispositivo y van de acuerdo con las necesidades de comunicación. Para entretenerse está primero el computador y luego la TV; para comunicarse, el celular y el computador, pero para informarse primero un medio tradicional, como la TV, y después el computador. Esto presenta matices, las TI son usadas para comunicarse con sus cercanos, amigos, compañeros y pareja. El celular y las redes sociales así como Facebook son vitales, comparten con sus pares la alfabetización digital. Se ven parecidos entre ellos por el eficiente manejo de éstas en relación al mundo de los mayores. Esto se ve con más nitidez en las aplicaciones que le dan al celular: cuando se comunican con pares usan los mensajes de texto, mientras que para familiares prefieren la llamada telefónica.
Es necesario seguir investigando para obtener antecedentes que nos ayuden a comprender la sociedad emergente. Sin embargo, está claro que el principal cambio está en nuestros propios sistemas de creencias para mirar las nuevas generaciones. No podemos seguir aplicando un “modelo” asociado a la calle y la política partidista. La vida de los jóvenes está ligada a los temas públicos, tienen opinión y demandas concretas. El punto es quizás mirar a estos jóvenes con un mapa distinto al que usaron los actuales tomadores de decisión en las décadas del 60 y 70 y, por qué no, en los ’80.