Por Claudio Avendaño Ruz
OBSERVATORIO DE LA COMUNICACIÓN
Las distintas caras de la brecha digital
Los sectores de menores recursos han ido abriendo en el ciber singulares mecanismos, que facilitan el acceso y la formación y, de paso, abren fuentes de trabajo.
La semana pasada la Subsecretaría de Telecomunicaciones dio a conocer los datos de la encuesta de satisfacción de usuarios de servicios de telecomunicaciones, correspondientes al primer semestre de este año. Se entregan datos interesantes sobre las diversas maneras en que se han ido instalando las TI (tecnologías de la información) en nuestra vida cotidiana (ver encuesta).
Veamos el caso de los celulares. Un 87,9% de los chilenos tiene teléfono móvil; sin embargo, ha bajado el número de teléfonos fijos y la combinación fijos/celular. De los que tienen celular, 75,3% opta por el sistema prepago, fórmula que aparece concentrada en el estrato E, con 77,8%. En el caso de Internet, 48,6% tiene acceso a esta TI, lo que implica un aumento respecto a la medición del segundo semestre de 2008 (40,6%). Aquí lo interesante es dónde se conectan a Internet. La mayoría (52,9%) lo hace en sus casas; luego en el trabajo (37%), aunque bajó respecto a los datos de 2008, que era de 39%. Un ámbito donde sí ha aumentado el acceso es en el ciber, de 29% a 36,4%.
En este informe no se hace mención a la conexión en los centros educacionales. Probablemente la crisis tiene alguna influencia en la disminución de acceso en el trabajo y el aumento en el ciber. Este último sitio es muy significativo en cuanto a frecuencia de usos: 19,3% va al ciber entre dos y cinco veces por semana.
Si se recorre cualquier población en alguna ciudad de nuestro país o de países latinoamericanos, llama la atención la proliferación de este tipo de establecimientos. A menudo han surgido bajo el alero de otros comercios; es decir, se compran varios PC, se los conecta a internet y así va instalándose un espacio anexo al almacén o al negocio del barrio. En general, se colocan computadores relativamente actuales y de alta velocidad, que a los usuarios les resultan más atractivos que los disponibles en la casa o la escuela. Además, éstos se empiezan a constituir en espacios de sociabilidad donde también se reúnen los niños a jugar Play u otro por el estilo. En el informe de la Subtel los info/telecentros, que tienen normalmente algún aporte público o de alguna fundación u ONG, no son nombrados por los consultados, tampoco las bibliotecas públicas.
Los ciber se han ido constituyendo en espacios importantes para acortar la brecha digital en sectores populares. Cabe preguntarse entonces cómo han sido incluidos (o no) en los esfuerzos públicos y del tercer sector de manera de fortalecerlos. Es la forma en que la población de bajos recursos tiende a acercarse a internet y resulta lógico que cuente con alguna ayuda, porque, paralelamente, dan empleo y cumplen funciones formativas. Muchos administradores de ciber ayudan a las personas a iniciarse en el “mundo digital”, incluso apoyan a los niños y adolescentes en sus tareas escolares, a pesar de que ello puede ser de manera inadecuada, porque muchas veces los estudiantes entregan al administrador del local las instrucciones de lo que deben responder y se van a jugar, luego recogen las tareas “hechas” para entregarlas en la escuela.
Volviendo al informe, encontramos que la estratificación socioeconómica sí es importante: en el ABC1, 61,9% tiene acceso a Internet, mientras que en el E sólo 28,9%, lo que explicaría el uso del ciber como decíamos anteriormente.
Otro dato, ser hombre o mujer no es relevante para explicar diferencias de acceso a Internet. En cambio, como ya es conocido o intuido, la edad sí es un factor que importa para dar cuenta de las diferencias: el grupo etario de 18 a 25 años accede en 81,7%; el de 46 a 55 años, en 36,5%; y el de 65 años y más, en 10,5%.
La brecha digital es, entonces, un problema social, económico y cultural. Las diferencias de usos de las TI son comprensibles por la estratificación socioeconómica, la edad y las propias prácticas de los sujetos. Los sectores de menores recursos han ido abriendo en el ciber singulares mecanismos, que facilitan el acceso y la formación de sus vecinos y, de paso, abren fuentes de trabajo. La acción del sector público debería empezar a mirar estas prácticas y proceder en consecuencia.
* Director magíster internacional en Comunicación Universidad Diego Portales