Las redes sociales en internet se han convertido en muy
pocos años en un espacio común de interrelación, intercambio,
comunicación e información a nivel global, viniendo a ser el
auténtico vehículo de integración de gran parte de la población
en la sociedad de la información y el conocimiento, que ha
sido capaz de generalizar y democratizar el uso de internet.
Este uso, extendido a nivel mundial y por distintos sectores
de la población, ha revolucionado, entre otras, las formas
tradicionales de difusión de información, de generación de
noticias y de articulación del activismo social y político,
transformando el escenario de la información y el conocimiento
a un grado impensable, hasta ahora, de incidencia en la
población.
El poder de las redes radica en su inmediatez, en su fácil
acceso, en la adaptación a las diferentes necesidades e
intereses de las personas, lo que propicia diferentes utilidades
y la creación de grupos de intereses comunes que refuerzan
a su vez su acceso y uso. Encontramos, por tanto, un grado
de incidencia macro, que es el que proporciona información
generalizada en redes abiertas y en las que se propagan
noticias y se desarrolla activismo social y político; y un grado
de incidencia micro, de intercambio de conocimiento en
redes profesionales o comunidades sectoriales donde se
abordan intereses particulares y/o profesionales.
No obstante, a pesar de la amplia extensión de las redes
sociales, existe una brecha digital de género que afecta no
solamente al acceso por parte de las mujeres, sino muy
especialmente al uso y aprovechamiento que hacen de ellas.
Si bien el acceso es ya prácticamente generalizado en las
mujeres de últimas generaciones, todavía existe un importante
segmento de población femenina que no ha incorporado
internet y mucho menos las redes como medio para
relacionarse, comunicarse, informarse o desarrollar sus
intereses. De la misma forma, entre las que sí han incorporado
las redes en su vida diaria, el uso y los beneficios que de
ellas se pueden obtener en la vida personal, social y profesional
dista mucho del que hacen los hombres en su propio beneficio.
Por otra parte, las organizaciones de mujeres tienen una
asignatura pendiente en relación al uso de las redes sociales
como vehículo de difusión, sensibilización y activismo,
convirtiéndose en sujeto también de la brecha digital.