Por Claudio Avendaño Ruz, director magíster internacional en Comunicación Universidad Diego Portales
OBSERVATORIO DE LA COMUNICACIÓN
¿Dónde está el peligro de la tele?
El trabajo de Uribe y Santos permite avanzar en la comprensión del tema, está bien soportado, aunque desconoce los aportes de investigadores desde los ’80.
La imagen más “folclórica” e inmediata que se nos viene cuando representamos la relación entre los niños y la televisión es un rostro ingenuo y absorto, iluminado por los destellos que emanan de una pantalla. No obstante, esa enajenada y solitaria idea no corresponde exactamente a la realidad del visionado infantil, en términos de suponer la ausencia de otras personas en el mismo acto o en la subjetividad del telespectador.
La televisión es un medio especialmente hogareño. Los niños no viven solos, en general están con sus padres u otros adultos y es en esa convivencia donde van aprendiendo del mundo que los rodea. La escuela viene después, aunque no obviamos su gran influencia. Los medios tienden a instalarse en la cotidianidad, y es en el marco de los actos familiares el que se va asentando un cierto modo de ser, en nuestro caso también la familia “enseña” a ver televisión. El investigador mexicano Guillermo Orozco plantea que el televidente no nace, se hace. Esto implica que las particulares maneras de convivir con los medios parten, indiscutiblemente, del modelo familiar.
El verdadero peligro de la televisión (y por extensión de otros medios) no está en que los niños se expongan muchas horas y visionen programas de dudoso contenido, sino en la carencia de una mediación activa y consciente de los adultos que viven con ellos. Esto facilita las posibilidades de una influencia directa sobre los niños y niñas. También es cierto que muchos niños y niñas pasan demasiado tiempo solos en sus casas, lo que da pie para que instalen sus particulares modos de relacionarse con los medios. Aun en estos casos, es posible que los adultos intervengan la manera en que conviven con los medios y la televisión.
Implícita o explícitamente, los adultos en las casas van modelando las formas de constituirse en televidentes o consumidores de otros medios o TI (tecnologías de la información). Este es el campo que agrupamos bajo el concepto de mediación parental en el uso de la televisión. Rodrigo Uribe (Universidad de Chile) y Paulina Santos (Área de Estudios de TVN) abordan el tema en un artículo en Cuadernos de Información, de la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile (fcom.altavoz.net/prontus_fcom/site/artic/20090115/asocfile/20090115163621/2_uribe.pdf). A partir de la aplicación de un cuestionario, ilustran sobre los estilos de mediación parental más frecuentes.
Señalan que de las tres formas de mediación, covisionado, restrictiva e instructiva, la más recurrente es la primera. La mayoría de los padres afirma que tienden a ver televisión con sus hijos, más que prohibir, fijar normas de horario o programas (mediación restrictiva). También se hace más frecuente el covisionado que ayudarles a entender lo que están viendo o las características de los programas o géneros (mediación instructiva). Por otra parte, son los padres de estratos socioeconómicos bajos los más activos frente a la televisión. Esto se entiende por la centralidad que ésta tiene en los hogares de sectores populares, cuestión ya conocida por otros trabajos de investigación, que dicen que esto podría explicarse porque en los sectores medios y medios-altos las personas tienen más alternativas para uso del tiempo libre.
Una mediación activa y consciente de los padres se ha convertido hoy en parte fundamental de la formación de los hijos. Se ha comprobado que sus propias conductas ante los medios van modelando las de sus hijos. Pero muchas veces no existe conciencia de ello, porque tampoco los padres han recibido formación al respecto, ya que se acepta el uso de medios como algo natural, no sujeto a la formación. También la carencia de asociaciones de telespectadores y programas de educación de medios en las escuelas contribuye a mantener esta situación.
El trabajo de Uribe y Santos permite avanzar en la comprensión del tema en Chile; está bien soportado metodológicamente, aunque desconoce los aportes de investigadores latinoamericanos desde la década del 80: Valerio Fuenzalida en Chile; Guillermo Orozco en México; Leoncio Barrios en Venezuela; Nilda Jack en Brasil; María Teresa Quiroz en Perú y muchos otros que han enriquecido valiosamente este tema en la región.