El uso de las tecnologías y su familiarización por parte de los y las jóvenes aporta un elemento de
identificación global y unas características de pertenencia a una “comunidad universal”. Pero a la vez
establece paradójicamente contenidos de cercanía con los espacios más próximos (grupo, barrio,
equipo, ciudad…). En España quienes ahora empiezan a ser jóvenes constituirán probablemente la
primera generación para la que el antagonismo “ciencias”/“letras” carezca totalmente de sentido, y
ambos espacios habrán de aparecer vinculados dentro de lo cultural. En el “primer mundo”, además,
la “brecha digital” en el uso de las tecnologías ya no lo es tanto por razones de origen social, renta o
género, sino por la pertenencia generacional.